lunes, 23 de noviembre de 2009

La Realidad Aumentada, trazos de un futuro no muy lejano

El antecedente de la Realidad Aumentada, nos remonta a 1985, cuando la realidad virtual, nacida de la ciencia ficción, permitió al mundo de la ciencia vislumbrar un futuro dónde los seres humanos nos moviésemos en una realidad alternativa. La democratización de la informática y la progresión geométrica de sus avances auguraban un porvenir de ampliación de la realidad existente a través de las computadoras.
La realidad virtual se quedaría enclaustrada en ámbitos científicos demasiado específicos para ser comercializada. Existía “la idea” pero estaba muy por encima de las capacidades reales de las máquinas para generar nuevos mundos. Fue, a principios de los 90, cuando un técnico de la empresa Boeing, pensó que aumentaría la productividad si unas gafas inteligentes le informasen de la procedencia de los cables durante el ensamblaje de cada avión. En aquel momento se plantó la semilla de lo que hoy conocemos como “Realidad Aumentada”.
La sociedad de la información ha creado bases de datos digitalizadas sobre la practica totalidad de los elementos que componen el mundo. Era cuestión de tiempo e inercia que esta catalogación encontrase el soporte idóneo para ser reproducida a tiempo real.
Con la llegada de los dispositivos móviles de última generación; tales como el archiconocido iPhone, o sus homólogos de las compañías Nokia, Samsung, LG, etcétera; se nos abre la válvula a un nuevo medio de información, con un potencial asombroso. Las claves técnicas… la precisión del sistema de posicionamiento global (GPS); los sistemas inerciales y ópticos (acelerómetros y brújulas digitales) que son capaces de medir características como son la aceleración, la orientación y el ángulo de inclinación del dispositivo; y las pantallas que, mediante una cámara integrada, nos permiten ver la realidad mezclada con un display de recuadros de información digitales sobre lo reproducido a tiempo real. Todo esto permite una interacción de la imagen y sus vectores de posición, con el flujo de datos que ofrece Internet.
De tal modo, podremos observar una calle comercial a través de nuestro teléfono y recibir información “flotante” e interactiva de los servicios de cada establecimiento, o consultar los horarios y trayectos del transporte público apuntando a la parada pertinente. En definitiva, se revela un mundo paralelo al que nuestros ojos perciben. Un mundo que nos ilustra sobre los entresijos de todo aquello que podemos ver.
Dichas condiciones exhiben la posibilidad de una integración de publicidad del mismo modo que levitan por nuestras pantallas los recuadros de información. El clima de cambio, auspicia severas reformas en el procedimiento de entender la publicidad en la vida diaria.
Con la Realidad Aumentada, la publicidad se desharía de una de las características más repudiadas por los públicos. Casi toda la animadversión de las audiencias a la comunicación publicitaria, es generada por la invasión en la vida diaria de carteles, vallas, y demás alteraciones del mobiliario urbano, en las que se nos muestran los últimos productos de las miles de empresas anunciantes.
¿Y si ya no fuera necesario contaminar el paisaje con las informaciones de las marcas? ¿Y si el mundo físico quedase exento de colosales damas semidesnudas anunciando colonias, grupos de jóvenes forzadamente alegres disfrutando de cerveza y gigantes coches voladores en pose solemne?
La Realidad Aumentada es el futuro y ya está en marcha. Perdedor el último.

Jaime Castañosa Tejeda 4.2 PUB

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